jueves, 18 de diciembre de 2008

La realidad y las promesas para Barack Obama


Barack Obama suele decir estos días a quien le pregunta que la presidencia es "un 95% de realidad y un 5% de promesas" y la comunidad gay de Estados Unidos comienza a comprender muy bien qué quiere decir con estas palabras.
El presidente electo, que recibió el apoyo del 70% de los homosexuales y lesbianas de Estados Unidos, ha enfurecido a este grupo que tan feliz y efusivamente recibió su victoria electoral al seleccionar a un opositor a los matrimonios gays como el director de las ceremonias religiosas de su toma de posesión del 20 de enero. Rick Warren es el reverendo jefe de la Iglesia Saddleback, del condado Orange, del sur de California, que cuenta con unos 20.000 fieles y mucha influencia en el movimiento evangelista conservador de este país. Que masivamente se decantó a favor de John McCain y que hizo de Sarah Palin a su diosa preferida.
En su intento de ser el presidente conciliador con aquellos que no comparten sus ideas, Obama ha dado a Warren un papel muy destacado en el día más importante de su vida política. Los rezos religiosos y las invocaciones hacia el cielo instantes antes de que ante un millón de norteamericanos y delante de la inmensa sombra del Capitolio ponga la mano sobre Biblia que le sostenga su esposa Michelle y diga eso de "juro respetar la Constitución y preservar las libertades de los norteamericanos".
El ministro Warren fue uno de los cabecillas de la Proposición Ocho aprobada el 4 de noviembre en California que modifica la Constitución del estado y sólo permite el matrimonio a un hombre y a una mujer. También se opone al aborto y comparte muchas otras ideas de sus colegas pastores protestantes sobre la enseñanza de educación sexual en las escuelas y el papel de la religión en la sociedad civil.
La comunidad gay californiana no ha perdonado al presidente electo esta bofetada. "Esta decisión es un golpe bajo contra los gays, las lesbianas, los bisexuales y los transexuales de Estados Unidos", le ha escrito Joe Salomonese, de la Campaña Pro Derechos Humanos en California. "Es un gran error y esta es la persona equivocada para dirigir los actos que lleven a Obama a la presidencia", asegura Rick Jacobs, de la Campaña por el Coraje, otro grupo gay que lucha por el reconocimiento de los matrimonios homosexuales.
Los liberales dentro del Partido Demócrata no salen de su estado de absoluta perplejidad por las decisiones que ha tomado en las últimas semanas el presidente electo. Se han quejado de que ha entregado la política exterior y militar de su Administración a partidarios de la guerra en Irak como Hillary Clinton, Robert Gates y el vicepresidente Joe Bidden; sospechan que la retirada de las tropas y el cierre de Guantánamo, promesas ambas electorales, no serán tan inmediatas como había asegurado durante la campaña; y temen que su agenda social sea colocada en un lejano segundo plano para dar a la lucha contra la crisis económica la mayor atención de su presidencia.
Y ahora selecciona a un antiabortista y opuesto al matrimonio gay como su director de ceremonias religiosas en el día en el que el mundo le preste su mayor atención. En esa combinación del 95-5, los liberales pierden.

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