viernes, 26 de diciembre de 2008

En defensa de minorías sexuales











La Asamblea General de la ONU discutió por primera vez sobre la violación de los derechos humanos de lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero (LGBT). Alemania y 65 países más condenaron su persecución.
El pasado 18 de diciembre, 66 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) firmaron un documento ratificando que el ensañamiento de un Estado contra una persona debido a su orientación sexual o su identidad de género constituye una violación de sus derechos humanos fundamentales. Esta es la primera vez que se debate sobre la persecución sufrida por lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero (LGBT) a escala mundial en el seno de la Asamblea General de la ONU.



El manifiesto condena la pena de muerte, las ejecuciones extrajudiciales, la tortura y la persecución de defensores de los derechos humanos, entre otras formas de violencia aplicadas a LGBT. El manifiesto tiene un considerable valor político pero, por no tener el rango de una resolución, no es jurídicamente vinculante. “Quizás por eso tuvo mejor acogida que la Resolución Brasil de 2003”, comenta Rupert Haag, vocero de MERSI, el grupo de Amnistía Internacional que se ocupa de los derechos humanos desde la perspectiva de la identidad sexual.

Una moción con antecedentes

La Resolución Brasil proponía mencionar el término “orientación sexual” en el artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos alusivo al principio de no discriminación para que éste protegiera explícitamente a las minorías sexuales.
“Aquella proposición fracasó en 2003 debido a la resistencia ofrecida por los mismos países que se negaron a suscribir el documento este año: la mayoría de las naciones pertenecientes a la Organización de la Conferencia Islámica, así como Rusia, China y Estados Unidos”, explica Jan Feddersen, directivo de Queer Nations, la asociación alemana que promueve la investigación científica de la diversidad sexual humana.

“Estados Unidos y el Vaticano han establecido una alianza nada santa con los Estados islámicos para obstaculizar la despenalización de la homosexualidad alrededor del planeta”, agrega el parlamentario de Los Verdes, partido ecologista alemán, Volker Beck, en un comunicado de prensa.




El paraíso alemán

“Considerando los problemas que padecen las minorías sexuales en los países islámicos, Alemania es un paraíso, aunque haya campos en donde la igualdad de derechos no se haya alcanzado todavía”, sostiene Feddersen cuando se le consulta sobre la discriminación por orientación sexual e identidad de género que tiene lugar aún en los países que suscribieron el manifiesto de la ONU. “Una vez que las uniones civiles de parejas del mismo género obtengan los mismos derechos concedidos a los matrimonios heterosexuales, lo que quedaría por hacer en este país es reducir el grado de ignorancia que propicia la homofobia en las escuelas y estimular el estudio desprejuiciado de la sexualidad, liberalizando y abriendo las instituciones científicas a profesores, investigadores y científicos LGBT”.

Está por verse, sin embargo, si el Estado alemán acepta también los retos que supone la reivindicación de los derechos de las personas transexuales e intersexuales. “La reforma del la Transsexuellengesetz de 1981 [la ley que regula la reasignación de género y de nombres a los ciudadanos] es importante para que los transexuales puedan cambiar de nombre rápidamente y la información en sus documentos de identidad coincida con su nuevo género sin tener que padecer las arbitrariedades a las que los someten actualmente las autoridades”, afirma Klaus Jetz, vocero de la Asociación de Lesbianas y Gays en Alemania.



A eso se suma la demanda de los intersexuales de que se reconozca legalmente la existencia de un tercer género, distinto de los géneros femenino y el masculino, para que el estamento médico deje de intervenir quirúrgica y hormonalmente los cuerpos de personas menores de edad o bebés nacidos con una anatomía genital distinta a las de los llamados “hembras y varones estándar”. “Esa es una exigencia legítima, pero no creo que sea atendida a corto plazo”, confiesa Jetz. “Ese es el típico caso en donde la población alemana está más a tono con los tiempos que los políticos que la representan”.

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