WASHINGTON - La derogación de la política "Don't ask, don't tell" de los homosexuales en el ejército puede ser lo correcto, pero sólo habría un motivo para hacerlo: la eficacia militar.
Sin embargo, en repetidas ocasiones escuchamos el argumento de que no permitir que gays y lesbianas sean "abiertamente homosexuales" en el ejército es una negación de sus derechos civiles. Este argumento no sólo es erróneo, sino que está fuera de lugar. Enfocar la política de los homosexuales como cuestión de derechos civiles es atractivo y conveniente, pero en realidad no lo es. O más bien no lo es únicamente.
Los militares pueden ser un microcosmos de la sociedad en algunos aspectos, pero definitivamente el ejército no es una democracia. Los individuos no tienen los derechos usuales que honramos en la sociedad civil y, de hecho, renuncian a sus libertades cuando se ponen el uniforme.
Si desea poner a prueba su derecho a la libertad de expresión, pruebe a criticar públicamente a su superior en la cadena de mando.
Este tema está tan cargado de emociones y conflictos personales que es difícil reunir la neutralidad necesaria. Parece ñoño y condescendiente decir que los gays y las lesbianas son iguales en la tarea de servir en el ejército, porque es evidente y verdadero.
Por otra parte, gays y lesbianas ya han servido con honor y valentía, así que, cabe preguntarse, ¿cuál es el problema? ¿Por qué obligar a la gente a actuar como lo que no es?
Una vez más, ¿es esa realmente la cuestión más relevante? Dada la naturaleza del ejército, la preocupación más apremiante es si la modificación de la política actual mejorará - o al menos no minará - el rendimiento militar.
En combate, como todos los que han servido le dirán, la cohesión entre las unidades es crucial. Si se sirve como "abiertamente gay" o no, la definición y las ramificaciones de lo cual siguen sin estar claras, afectará a esa cohesión que es el gran factor X - la cosa que no se puede medir ni comprender íntegramente por adelantado. Los ilustrados puntos de vista de unos pocos urbanitas para los que "la cohesión de la unidad" es una abstracción no son necesariamente útiles en el debate.
¿El hecho de que la sociedad en su conjunto haya aceptado más de los gays significa que el medio militar será igualmente abierto? ¿O vamos a ver campamentos de entrenamiento especiales para los chicos que no encajan en el programa?
Me planteo estas preguntas con el corazón y la mente abiertos. Como civil sin experiencia militar, acepto mis limitaciones en la adopción de tales juicios, pero propongo a aquellos que contemplan una nueva política que se aseguren de que sus motivaciones son dictadas por los imperativos militares, no los civiles.
No hay duda de que las actitudes hacia los gays se han relajado en los 16 años desde que se aprobó la política Clinton. Una nueva generación de estadounidenses ha sido educada para respetar y aceptar a gays y lesbianas, sin prejuicios. Las opiniones entre los estadounidenses de edad avanzada también se han relajado, incluyendo la del Secretario de Defensa Robert Gates y la del jefe del estado mayor Mike Mullen, partidarios de derogar la política.
Incluso mi hermano Marine veterano, que sobrevivió a Khe Sanh en 1968, insistió durante años en que los gays habrían sido un gran problema en Vietnam. Hoy dice: "Gay. Si tiene las agallas de pasar por las cosas que yo pasé, entonces bien por él... Sin duda todos servimos con homosexuales sin saberlo. Los homosexuales no son tontos y tienen claro quién es amigo y quién no. Yo digo que las tropas decidan y se olviden".
Las palabras clave en su evaluación suave pueden ser "yo no lo sabía", que siguen siendo fundamentales para los argumentos a favor de mantener intacta la política. ¿Hasta qué punto, en su caso, afecta "saber" a la cohesión y, exactamente, qué implica "saber"? La verdad es que no sabemos y un cambio de política sería un experimento.
Entre los argumentos a favor de la derogación de la ley actual se encuentra la idiotez particular de prohibir o expulsar a alguien que por lo demás es útil al ejército sólo a causa de la orientación sexual. Los muchos gays que hablaban árabe y fueron eliminados cuando los militares andaban faltos de personal de comunicaciones en Irak vienen a la cabeza.
Igualmente absurda es la noción de que los homosexuales no pueden cumplir las mismas normas contra la confraternización que los heterosexuales. Simplemente no hay pruebas de que los homosexuales sean menos capaces de controlar su libido que los heterosexuales.
Hay más preguntas que siguen sin responder que las que se plantean, y mucho menos responden, en este espacio, y Gates puede necesitar cada minuto de los 11 meses que ha solicitado para estudiar la cuestión. Sea cual sea la opinión personal, el principio rector debe ser (BEG ITAL)sólo(END ITAL) lo que sea mejor para la eficacia del ejército.
"Dar todo el potencial" fue un eslogan de reclutamiento atractivo, pero el ejército no es para todo el mundo. Y el derecho a servir no es exclusivo de nadie.
Fuente: http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/52107
Sin embargo, en repetidas ocasiones escuchamos el argumento de que no permitir que gays y lesbianas sean "abiertamente homosexuales" en el ejército es una negación de sus derechos civiles. Este argumento no sólo es erróneo, sino que está fuera de lugar. Enfocar la política de los homosexuales como cuestión de derechos civiles es atractivo y conveniente, pero en realidad no lo es. O más bien no lo es únicamente.
Los militares pueden ser un microcosmos de la sociedad en algunos aspectos, pero definitivamente el ejército no es una democracia. Los individuos no tienen los derechos usuales que honramos en la sociedad civil y, de hecho, renuncian a sus libertades cuando se ponen el uniforme.
Si desea poner a prueba su derecho a la libertad de expresión, pruebe a criticar públicamente a su superior en la cadena de mando.
Este tema está tan cargado de emociones y conflictos personales que es difícil reunir la neutralidad necesaria. Parece ñoño y condescendiente decir que los gays y las lesbianas son iguales en la tarea de servir en el ejército, porque es evidente y verdadero.
Por otra parte, gays y lesbianas ya han servido con honor y valentía, así que, cabe preguntarse, ¿cuál es el problema? ¿Por qué obligar a la gente a actuar como lo que no es?
Una vez más, ¿es esa realmente la cuestión más relevante? Dada la naturaleza del ejército, la preocupación más apremiante es si la modificación de la política actual mejorará - o al menos no minará - el rendimiento militar.
En combate, como todos los que han servido le dirán, la cohesión entre las unidades es crucial. Si se sirve como "abiertamente gay" o no, la definición y las ramificaciones de lo cual siguen sin estar claras, afectará a esa cohesión que es el gran factor X - la cosa que no se puede medir ni comprender íntegramente por adelantado. Los ilustrados puntos de vista de unos pocos urbanitas para los que "la cohesión de la unidad" es una abstracción no son necesariamente útiles en el debate.
¿El hecho de que la sociedad en su conjunto haya aceptado más de los gays significa que el medio militar será igualmente abierto? ¿O vamos a ver campamentos de entrenamiento especiales para los chicos que no encajan en el programa?
Me planteo estas preguntas con el corazón y la mente abiertos. Como civil sin experiencia militar, acepto mis limitaciones en la adopción de tales juicios, pero propongo a aquellos que contemplan una nueva política que se aseguren de que sus motivaciones son dictadas por los imperativos militares, no los civiles.
No hay duda de que las actitudes hacia los gays se han relajado en los 16 años desde que se aprobó la política Clinton. Una nueva generación de estadounidenses ha sido educada para respetar y aceptar a gays y lesbianas, sin prejuicios. Las opiniones entre los estadounidenses de edad avanzada también se han relajado, incluyendo la del Secretario de Defensa Robert Gates y la del jefe del estado mayor Mike Mullen, partidarios de derogar la política.
Incluso mi hermano Marine veterano, que sobrevivió a Khe Sanh en 1968, insistió durante años en que los gays habrían sido un gran problema en Vietnam. Hoy dice: "Gay. Si tiene las agallas de pasar por las cosas que yo pasé, entonces bien por él... Sin duda todos servimos con homosexuales sin saberlo. Los homosexuales no son tontos y tienen claro quién es amigo y quién no. Yo digo que las tropas decidan y se olviden".
Las palabras clave en su evaluación suave pueden ser "yo no lo sabía", que siguen siendo fundamentales para los argumentos a favor de mantener intacta la política. ¿Hasta qué punto, en su caso, afecta "saber" a la cohesión y, exactamente, qué implica "saber"? La verdad es que no sabemos y un cambio de política sería un experimento.
Entre los argumentos a favor de la derogación de la ley actual se encuentra la idiotez particular de prohibir o expulsar a alguien que por lo demás es útil al ejército sólo a causa de la orientación sexual. Los muchos gays que hablaban árabe y fueron eliminados cuando los militares andaban faltos de personal de comunicaciones en Irak vienen a la cabeza.
Igualmente absurda es la noción de que los homosexuales no pueden cumplir las mismas normas contra la confraternización que los heterosexuales. Simplemente no hay pruebas de que los homosexuales sean menos capaces de controlar su libido que los heterosexuales.
Hay más preguntas que siguen sin responder que las que se plantean, y mucho menos responden, en este espacio, y Gates puede necesitar cada minuto de los 11 meses que ha solicitado para estudiar la cuestión. Sea cual sea la opinión personal, el principio rector debe ser (BEG ITAL)sólo(END ITAL) lo que sea mejor para la eficacia del ejército.
"Dar todo el potencial" fue un eslogan de reclutamiento atractivo, pero el ejército no es para todo el mundo. Y el derecho a servir no es exclusivo de nadie.
Fuente: http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/52107
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