lunes, 2 de marzo de 2009

Harvey Milk


“Los que han votado en contra del matrimonio homosexual deberán pensar en la vergüenza que van a pasar ante sus hijos y nietos”. Así de contundente se manifestó Sean Penn cuando recogió el Oscar por su papel como Harvey Milk.
Mi nombre es Harvey Milk es una magnífica película de Gus Van Sant, un auténtico documento histórico que cuenta la vida y la muerte del activista Harvey Milk, un hombre que luchó por él mismo y por los demás. No se trata de una lucha, ni de un problema a resolver, se trata de nuestra propia vida, decía Milk mientras se entregaba al activismo y reclutaba a miles de homosexuales para una causa que no es otra que la de vivir fuera de un armario; del armario en el que nos quieren condenar los de siempre.La película me gustó, pero sobre todo me impactó. Y es que en ella podemos reconocer el quién es quién cuando se habla de ampliar derechos y luchar contra la discriminación. Es más, a cada uno de los personajes se le puede poner un nombre español porque es un fiel retrato de lo que hemos vivido –sufrido- en España hasta la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo. Los discursos homófobos, la actuación de la derecha conservadora o la intervención del integrismo religioso en contra de la igualdad para lesbianas y gays, coincide con lo que hemos oído –seguimos oyendo aún- contra quienes defendemos en el mundo entero el reconocimiento de la dignidad de cada cual, esto es, iguales en derechos y con los mismos nombres.Aposté por Sean Penn desde el primer momento por simpatía con el personaje, por defender la lucha de Harvey Milk y porque está redondo como actor. Pero además, en palabras de Robert De Niro, porque Sean Penn no sólo es un gran actor sino un gran ser humano y un gran ciudadano. Sí, un hombre generoso y comprometido con la igualdad, aunque no sea la suya. Y por supuesto: ¡Viva Penélope Cruz! Enhorabuena. -->
Mi nombre es Harvey Milk es una magnífica película de Gus Van Sant, un auténtico documento histórico que cuenta la vida y la muerte del activista Harvey Milk, un hombre que luchó por él mismo y por los demás. No se trata de una lucha, ni de un problema a resolver, se trata de nuestra propia vida, decía Milk mientras se entregaba al activismo y reclutaba a miles de homosexuales para una causa que no es otra que la de vivir fuera de un armario; del armario en el que nos quieren condenar los de siempre.La película me gustó, pero sobre todo me impactó. Y es que en ella podemos reconocer el quién es quién cuando se habla de ampliar derechos y luchar contra la discriminación. Es más, a cada uno de los personajes se le puede poner un nombre español porque es un fiel retrato de lo que hemos vivido –sufrido- en España hasta la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo. Los discursos homófobos, la actuación de la derecha conservadora o la intervención del integrismo religioso en contra de la igualdad para lesbianas y gays, coincide con lo que hemos oído –seguimos oyendo aún- contra quienes defendemos en el mundo entero el reconocimiento de la dignidad de cada cual, esto es, iguales en derechos y con los mismos nombres.Aposté por Sean Penn desde el primer momento por simpatía con el personaje, por defender la lucha de Harvey Milk y porque está redondo como actor. Pero además, en palabras de Robert De Niro, porque Sean Penn no sólo es un gran actor sino un gran ser humano y un gran ciudadano. Sí, un hombre generoso y comprometido con la igualdad, aunque no sea la suya. Y por supuesto: ¡Viva Penélope Cruz! Enhorabuena.


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