jueves, 26 de marzo de 2009

Érase una vez dos mamás!!!


Un informe pionero sobre la enseñanza en diversidad sexual revela la escasa formación de los futuros docentes en la materia El 92% de los alumnos en Ciencias de la Educación admiten no aprender lo necesario sobre gays, lesbianas, bisexuales y transexuales.


«Si se quieren casar que lo hagan con una mujer, como se ha hecho toda la vida. Las bodas homosexuales van contra todo: la Iglesia, la naturaleza...» Esta es la respuesta de un chico de primero de bachilerato recogida en el estudio realizado por el colectivo de gays, lesbianas y transexuales Ojalá de Málaga sobre 'La diversidad afectivo-sexual en la formación de docentes'. La frase revela la confusión y homofobia que aún se respira entre los jóvenes españoles y que, en opinión de los autores de este informe, Francisco J. Gallardo y Víctor M. Escolano, es fruto de la ausencia de educación en la diversidad sexual en las aulas. Carencia que, agregan ambos investigadores, se debe a la escasa preparación de los docentes. Para demostrar la insuficiente formación en esta materia, ambos investigadores han centrado su campo de estudio en la Facultad de Ciencias de la Educación de Málaga con un informe pionero en España con el quieren reivindicar que las universidades antiendan la diversidad afectivo sexual no sólo «como un deber ético, sino también como un deber legal».
Afectividad en público
Tras repasar todos los programas oficiales de las asignaturas, entrevistado a 13 docentes y analizado 536 cuestionarios administrados al alumnado, las conclusiones son poco alentadoras, en opinión de ambos: El 92% afirma no estar aprendiendo todo lo que necesita saber sobre lesbianas, gays, bisexuales y transexuales durante sus estudios. Un dato que sirve de muestra para denunciar «la escasa preparación que reciben los docentes del mañana», explica Francisco J. Gallardo. Algo «insostenible», ya que, agrega Gallardo, el 14% de los alumnos y el 11% de las alumnas en colegios no se identifican así mismos como heterosexuales. «Muchos profesores llaman a la asociación Ojalá para preguntar ¿qué hago? ante un chico o una chica que descubre su homosexualidad», indica Víctor M. Escolano.
La preocupación se entiende al constatar en una encuesta en el ámbito escolar cómo un tercio de los alumnos varones reaccionan con asco o les parece mal que dos hombres muestren su afectividad en público, proporción algo menor entre las chicas. Otra muestra incorporada por el estudio sobre la confusión entre los escolares sobre la diversidad sexual es cómo un porcentaje alto de chicos (el 23% de chicos de 18 y el 31% de 19 años) afirman que intentarían ligar con una compañera pese a que esta haya aclarado ser lesbiana.
Estos datos son utilizados en el informe pertinente como preámbulo para denunciar cómo tanto el alumnado heterosexual o el de diversidad afectivo sexual (gay, lesbiana, bisexual o heterosexual) «no está recibiendo la educación que necesita para el libre desarrollo de su personalidad, tal como ya estipula la legislación actual», reiteran Escolano y Gallardo. El campo para la homofobia y la discriminación por la identidad sexual parece así abonado.
Centrados en el alumnado universitario de Ciencias de la Educación de Málaga del pasado curso 2007-2008, la situación no parece que vaya a cambiar. A la pregunta de si sabría cómo trabajar en el aula ante una situación en la que se trate la homosexualidad, el 42,2% dice no saber cómo hacerlo, porcentaje que aumenta si tuvieran que explicar la transexualidad. El 64% admite su ignorancia al respecto. Un alto porcentaje de alumnos aceptan los diversos modelos de familia posibles, aunque es la pareja hombre-mujer con sus hijos la más contemplada (96,6%). Llama la atención, en opinión de los investigadores, que un 26% de estudiantes no considere familia a dos hombres casados sin hijos (entre los alumnos católicos este porcentaje asciende a un 32,3%).
El estudio parte de un cuestionario con varios contenidos relacionados con la diversidad sexual, entre los cuales figuran desde los clásicos sexismo, género, historia del feminismo y del movimiento de gays y lesbianas, hasta las identidades sexuales con sus distintas formas de homofobia, los modelos familiares, las estrategias educativas o la legislación al respecto. Cabría añadir que los mismos alumnos difieren en sus respuestas sobre lo que dicen saber por si mismos sobre diversidad sexual y sus impresiones de lo que se imparten en las diferentes asignaturas. En la mayoría de las respuestas sobre lo que conocen o cómo explicar conceptos como género, sexismo o historia del feminismo, la formación es medianamente aceptable, pero no así en otros como la historia del movimiento de gays, lesbianas y transexuales, donde unos declaran que algo y otros muchos que nada.
Salir del armario
En contenidos más específicos de la diversidad sexual, como identidad gay, lésbica, transexual, bisexual o el concepto 'salir del armario' los conocimientos del alumno rondan 'ni bien ni mal formados', pero si se les pregunta sobre lo que imparte la facultad, responden que «no se ha estudiado» o «se ha estudiado algo». En homofobia el estudiante se considera «ni bien ni mal formado», mientras que afirma que los conocimientos atribuibles a la facultad están por debajo de «se ha estudiado algo». Si los conceptos se amplían a lesbofobia, bifobia y transfobia, aumenta el «no se ha estudiado».
El profesor de Educación Sexual de la Universidad de Málaga, Francisco López Baena, puntualizó en la presentación del informe que la facultad de Málaga es la única andaluza y una de las pocas de España que aborda la enseñanza en sexualidad entre los futuros docentes. Ahora bien, matiza, tanto en Málaga como en otras facultades «es una asignatura optativa».
En el informe aludido, los investigadores exponen las conclusiones sobre lo que aprenden los alumnos de las distintas diplomaturas sobre género y diversidad sexual en general y lesbianas, gays y transexuales en concreto. Para los autores del estudio, la mayoría de los profesores universitarios «están sobradamente formados» en este tipo de materia, si bien, puntualizan, sus conocimientos no acaban proyectándose sobre la «formación recibida en clase por parte del alumnado».
Así encontramos que los diplomados en Magisterio de Educación Sexual, Física, Audición y Lenguaje, Especial, Infantil y Lengua Extranjera, la formación es optativa y se aborda de manera sucinta temas básicos como el género, la identidad de gays y lesbianas, la familia, la legislación (basada en los derechos humanos).
También es optativa la formación en Educación Primaria y en Psicopedagogía, aunque con contenidos más extensos. Sólo es obligatoria parte de la materia en la diplomatura en Educación Social y Pedagogía. En esta última estudian el concepto de género, identidad sexual, feminismo, sexismo, sexualidad y deseo erótico. «Si el diagnóstico es malo, el pronóstico es peor», subraya el profesor López Baena.
Plan Bolonia
Este veterano docente en educación sexual en Málaga advierte de que el plan Bolonia no incluye ninguna previsión para el estudio de esta materia de los futuros maestros y maestras. Por ello, los autores del informe se han fijado como objetivo trasladar este a la comisión de los nuevos planes de estudios de las facultades de Ciencias de la Educación. «Demandaremos incluir la educación en diversidad afectivo sexual en los futuros planes de estudios para que los profesores atiendan a todo el alumnado» y detecten a las «víctimas de homofobia y sexismo», exponen Gallardo y Escolano. Justifican tal reclamo en la conclusión de la encuesta realizada: El 86,4% considera importante que en la Facultad de Educación se estudien en profundidad los contenidos expuestos.
El análisis, realizado en colaboración con el área de Juventud y Educación de la Diputación Provincial, fue presentado ayer por los citados autores, el profesor Francisco López Baena y la diputada de Juventud, Encarnación Páez. Esta última suscribió la demanda de los autores del estudio agregando que «es evidente la falta de educación sexual y sentimental de los jóvenes» y calificó el informe de una «llamada de atención hacia los procesos de cambio en la Universidad».


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