Un estudio de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales constata mayores tasas de intolerancia y homofobia entre hombres que entre mujeres. Madrid, 29 ene. (COLPISA, A. P.) Las series de ficción se pueblan de parejas de homosexuales, las campañas institucionales recurren a gays notorios con tirón popular… En España la homosexualidad ha abandonado el cuarto oscuro, lo que no significa que haya conquistado la normalidad. La calle, la escuela, hasta la propia familia, encierran aún buenas dosis de rechazo hacia las ‘otras’ identidades sexuales y afectivas. Los adolescentes, en pleno proceso de maduración, son quienes más sufren. Más de la mitad de los jóvenes gays y lesbianas padece violencia física o psíquica en las aulas. En general, los hombres son más intolerantes y homófobos que las mujeres. Son datos del Informe ‘Jóvenes LGTB’ (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) de la Federación Estatal que agrupa a las organizaciones más representativas de estos colectivos, la FELGTB. Sus responsables presentaron hoy esta encuesta, realizada entre chicos y chicas de hasta 25 años de todas las comunidades autónomas, con el reconocimiento previo de los avances conquistados. Sin embargo, los jóvenes de hoy llegan frescos de referencias históricas y no les importa si hace décadas la homosexualidad se penaba con cárcel. Su vida y sus problemas son de hoy. Según el sondeo, el 60 por ciento de ‘chicos o chicas LGTB’ han sufrido actitudes maltrato psicológico y un 6,5 por ciento agresiones físicas en un espacio público. Después de la calle, el centro educativo es el segundo ámbito más hostil para un joven no heterosexual. En las aulas, casi la mitad de ellos declaran violencia psíquica por parte de sus compañeros, y un 7 por ciento ha sido agredido por su condición sexual. El ‘bullying’ por motivos sexuales existe y es relevante, dicen los responsables de la FELGT. Si no se cuantifica es “porque cuando se estudia el acoso escolar ni siquiera se pregunta por el factor sexual”, refrendó Jesús Generelo, portavoz del área de Educación. Suena contradictorio, pero el círculo de amistades tampoco es un remanso de paz. Uno de cada tres gays o lesbianas adolescentes se ha sentido violentado mental o físicamente por quienes no le aceptan como es. Incluso en la familia un 20 por ciento declara problemas similares. Las tasas de violencia empeoran en las localidades pequeñas y en el medio rural en todos los ámbitos. Incluso sin violencia, marginación ni presiones psicológicas, los jóvenes LGTB muestran gran desconfianza hacia su entorno más próximo. No confían sus preferencias sexuales a quienes no son sus iguales. Un tercio de las madres ignora la identidad sexual de su hijo o hija y una cuarta parte que sí la conoce la rechaza. Sumadas, más de la mitad de estos chavales no cuenta con el apoyo materno. En el caso de los padres es peor. El 43 por ciento está en la inopia y un 25 por ciento más lo repudia. El 40 por ciento de los hermanos también desconoce las preferencias sexuales del gay o lesbiana que vive a su lado. Ni maestros ni médicos, dos colectivos que debieran ayudar a jóvenes que nadan contracorriente en materia sexual, son depositarios de sus confidencias. Sólo los amigos, en un 95 por ciento, están al corriente de la situación. El círculo de amistades, internet y libros y revistas son los principales cauces de información, y la red se alza, además, como el gran medio de socialización para gays, lesbianas, transexuales y bisexuales, donde contactan con afines. Género El género marca una frontera que recorre todo el estudio. Las mujeres son más tolerantes hacia las sexualidades alternativas. Los hombres están en ambos extremos; los jóvenes gays son las principales víctimas de acoso y violencia por su condición sexual, y los hombres ‘heteros’ son los principales hostigadores. El 75 por ciento de los encuestados perciben más homofobia desde los hombres que desde las mujeres. “Los chicos (gays) son más visibles y reciben el castigo social de manera más contundente”. Es un problema del “modelo de masculinidad oficial imperante”, recalcó Generelo. La asignatura de Educación para la Ciudadanía puede resultar positiva para inculcar respeto por las identidades y orientaciones sexuales diferentes, pero no será la panacea contra la homofobia y la intolerancia. “La educación en valores, respeto a la diversidad debe ser transversal, en todas las materias, igual Educación para la Ciudadanía que Matemáticas, y longitudinal, desde la educación primaria”, indicó. Otros datos del estudio indican que el 71 por ciento de los jóvenes FELGTB se dice no practicante. Y los chicos tienen más clara su orientación sexual. Ellos son homosexuales de manera más exclusiva; un 26 por ciento de las chicas se declara bisexual frente al 11 por ciento de los varones. La FELGTB ha declarado 2009 como año de la Diversidad Afectivo-Sexual en la Educación. Exigen formación específica del profesorado para cumplir con su función socializadora e integradora. También, investigación para conocer el estado real del respeto a la diversidad sexual en las aulas, campañas contra la homofobia en el ámbito escolar e incorporar como causa de maltrato la no aceptación de la orientación sexual de los hijos.
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