Sigurdardottir se acaba de convertir en la primera líder del planeta que llega a la jefatura de su país, en este caso Islandia, pese a ser abiertamente gay.
La noticia fue primera plana en diarios de países donde el tema de la orientación sexual resultaba toda una novedad. En Islandia, sin embargo, no hubo mucha conmoción: el país nórdico es uno de los más abiertos en materia sexual y uno entre pocos -solo 20- que permiten la unión legal entre personas del mismo sexo. De hecho, en 1996 se convirtió en el tercero del mundo en reconocer ese derecho, tras Dinamarca y Suecia.
Para nadie fue un secreto, por ejemplo, el matrimonio civil de Sigurdardottir con la escritora y periodista Jonina Leosdottir en 2002. La unión no se menciona como una ventaja o una desventaja, sino como un hecho más de su vida personal. Como tampoco lo es que hace tres décadas esta mujer era una simple azafata casada con un hombre y con dos hijos.
Pero como no todos los países europeos son tan tolerantes, el suceso ha resultado importante más allá de Islandia. Según Juris Lavrikovs, del Buró Internacional de la Asociación de Lesbianas y Gays en Bruselas -conocido como ILGA-, "esto es un ejemplo brillante de un país que ha sobrepasado sus prejuicios en contra de aquellos que tienen una orientación sexual diferente".
Por su parte, Silvia Jaen, secretaria general de la Federación Española de Gays, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales, cree que "solo con la presencia de su esposa en las visitas oficiales, Sigurdardottir confrontará a los demás países europeos a enfrentar sus prejuicios".
Nación en quiebra
Pasando la página de su lesbianismo, la Primera Ministra es una reconocida figura del Partido Socialdemócrata, que cuenta con gran popularidad en el país. Según Gallup, casi el 75 por ciento de los islandeses dicen tenerle confianza y le reconocen sus dotes de gran ejecutiva y su lucha por la igualdad social. La prensa destaca, además, que formará un gabinete de gobierno en el que, por primera vez en la historia, la representación de hombres y mujeres será la misma.
Pero la dicha no es completa. Algunos critican su falta de experiencia económica y aseguran que ahí puede estar su talón de Aquiles. Y lo que tendrá que enfrentar no será fácil.
Islandia también es el primer régimen del mundo que se acaba de desplomar como consecuencia directa de la crisis económica que sacude el planeta -de allí la llegada de Sigurdardottir al poder-. La pequeña isla de casi 300.000 habitantes ha sido golpeada con rigor: la crisis se ha cobrado miles de empleos y los ahorros de la población.
Las protestas en las calles son pan de todos los días y se han tornado violentas. Tan solo la semana pasada y luego de 50 años de no necesitarlo, la policía tuvo que usar gases lacrimógenos para disipar a las masas. Masas a las que poco les importan las preferencias sexuales de su gobernante siempre y cuando las ayude a salir del hueco.
La noticia fue primera plana en diarios de países donde el tema de la orientación sexual resultaba toda una novedad. En Islandia, sin embargo, no hubo mucha conmoción: el país nórdico es uno de los más abiertos en materia sexual y uno entre pocos -solo 20- que permiten la unión legal entre personas del mismo sexo. De hecho, en 1996 se convirtió en el tercero del mundo en reconocer ese derecho, tras Dinamarca y Suecia.
Para nadie fue un secreto, por ejemplo, el matrimonio civil de Sigurdardottir con la escritora y periodista Jonina Leosdottir en 2002. La unión no se menciona como una ventaja o una desventaja, sino como un hecho más de su vida personal. Como tampoco lo es que hace tres décadas esta mujer era una simple azafata casada con un hombre y con dos hijos.
Pero como no todos los países europeos son tan tolerantes, el suceso ha resultado importante más allá de Islandia. Según Juris Lavrikovs, del Buró Internacional de la Asociación de Lesbianas y Gays en Bruselas -conocido como ILGA-, "esto es un ejemplo brillante de un país que ha sobrepasado sus prejuicios en contra de aquellos que tienen una orientación sexual diferente".
Por su parte, Silvia Jaen, secretaria general de la Federación Española de Gays, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales, cree que "solo con la presencia de su esposa en las visitas oficiales, Sigurdardottir confrontará a los demás países europeos a enfrentar sus prejuicios".
Nación en quiebra
Pasando la página de su lesbianismo, la Primera Ministra es una reconocida figura del Partido Socialdemócrata, que cuenta con gran popularidad en el país. Según Gallup, casi el 75 por ciento de los islandeses dicen tenerle confianza y le reconocen sus dotes de gran ejecutiva y su lucha por la igualdad social. La prensa destaca, además, que formará un gabinete de gobierno en el que, por primera vez en la historia, la representación de hombres y mujeres será la misma.
Pero la dicha no es completa. Algunos critican su falta de experiencia económica y aseguran que ahí puede estar su talón de Aquiles. Y lo que tendrá que enfrentar no será fácil.
Islandia también es el primer régimen del mundo que se acaba de desplomar como consecuencia directa de la crisis económica que sacude el planeta -de allí la llegada de Sigurdardottir al poder-. La pequeña isla de casi 300.000 habitantes ha sido golpeada con rigor: la crisis se ha cobrado miles de empleos y los ahorros de la población.
Las protestas en las calles son pan de todos los días y se han tornado violentas. Tan solo la semana pasada y luego de 50 años de no necesitarlo, la policía tuvo que usar gases lacrimógenos para disipar a las masas. Masas a las que poco les importan las preferencias sexuales de su gobernante siempre y cuando las ayude a salir del hueco.
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