miércoles, 7 de enero de 2009

El Papa negro de los homosexuales


Benedicto XVI se merece este título después de que el Vaticano rechazara aprobar la propuesta de despenalización universal de la homosexualidad, así como de su lamentable declaración con la que calificaba a los gays como amenaza humana.

Luego de que el Vaticano rechazara aprobar la propuesta de despenalización universal de la homosexualidad, presentada el pasado 18 de diciembre en la ONU por 66 países[1]; y de la lamentable declaración emitida por el Papa Benedicto XVI (en su discurso de fin de año), donde criticó duramente a los homosexuales, calificando “la confusión de los sexos como una amenaza tan grave para la humanidad como los cambios climáticos que registra el planeta”[2], se confirma que Benedicto XVI es el Papa Negro de los homosexuales y de los Derechos Humanos.

De acuerdo con la doctrina católica Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, lo envió a la tierra para que practicara el más importante de sus mandamientos que es “amar al prójimo, como así mismo”.
Con sus acciones el máximo jerarca de la Iglesia católica demuestra la incongruencia del discurso de “amor” que tanto predica y al mismo tiempo fomenta el machismo, la ignorancia, la discriminación y la injusticia al oponerse a iniciativas como la despenalización universal de la homosexualidad y los derechos de las parejas del mismo sexo que son medidas para garantizar el respeto al prójimo y a los Derechos Humanos.
Hay que recordar que el tema de la diversidad sexual debe abordarse desde un marco de derecho, porque los homosexuales, lesbianas, bisexuales, trangéneros y transexuales no están pidiendo “derechos especiales”, simplemente están buscando el reconocimiento verdadero de sus derechos humanos y ciudadanos.
Uno de esos derechos fundamentales establecidos en las garantías individuales de nuestra constitución mexicana es el respeto a la dignidad humana, como lo señala el Artículo 1º que se refiere a la igualdad jurídica y la prohibición de la discriminación:
“Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las capacidades diferentes, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas”.
Hay que dejar claro que defender los derechos de la diversidad sexual, no es promover la homosexualidad, es defender los derechos humanos para prevenir y erradicar la discriminación que a diario viven miles de homosexuales, lesbianas, bisexuales, transgéneros y transexuales en el mundo, así como en nuestro país.
El problema no es la homosexualidad, sino la homofobia. En nuestro país los crímenes relacionados con la orientación sexual suman más de 400 y que México ocupa el segundo lugar en el continente por crímenes de odio por homofobia.
La Comisión Ciudadana Contra Crímenes de Odio por Homofobia tiene un registro de que en México cada semana son ejecutados nueve homosexuales o lesbianas y la mayoría de los casos quedan impunes.
Según el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), la Primera Encuesta Nacional sobre Discriminación en México, reveló que el 70 por ciento de las personas homosexuales consultadas manifestaron que la discriminación contra ellas ha aumentado en los últimos cinco años. Además de que se está volviendo a internar en clínicas psiquiátricas a jóvenes que confiesan a sus familias no ser heterosexuales.

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