Juan Torres denuncia que fue humillado en el trabajo por ser homosexual.
"¿Crees que tu compañero es mariquita? Porque yo no quiero trabajar con gente así y pienso deshacerme de él". Cuando Juan Torres escuchó semejante confesión de su jefe supo que los días tranquilos en su trabajo habían terminado. Meses después, Juan y el citado compañero, ambos homosexuales, presentaban una querella criminal contra la empresa por injurias y violación de la intimidad, que ha sido recientemente admitida a trámite por una jueza de Barcelona.
"Estoy harto de estos enfermos mentales", afirmó el jefe en un correo
Juan asegura que era un trabajador muy bien considerado en la empresa, la multinacional austriaca del transporte Gartner KG, hasta que empezó a simpatizar con Gerald Rainer, su compañero. Con él tuvo que mantener una relación de amistad "a escondidas" de su jefe, pero por entonces Juan todavía era respetado, pues su superior desconocía que también él era gay.
No obstante, pasado un tiempo todo cambió. Juan pasó de ser "el mejor trabajador del mundo" a ser tratado con el mayor de los desprecios. Como más adelante supieron, el jefe había rastreado sus correos hasta cerciorarse de su orientación sexual.
El periplo posterior, que culminaría con el despido de Juan tras solicitar una baja por depresión, y con Gerald aún tramitando la rescisión de su contrato, tuvo un afortunado episodio para ellos. Se trata del desliz cometido por su jefe, quien olvidó en una impresora la copia de un correo mandado a la central austriaca en la que se expresa, según cuenta Juan, en estos términos: "Desgraciadamente son homosexuales, estoy harto de estos enfermos mentales; hay que acabar con esto". Este documento fue clave para dar solidez a la denuncia contra su superior. "En una empresa normal este hombre estaría en la calle por no reaccionar debidamente", señala Juan.
No obstante, pasado un tiempo todo cambió. Juan pasó de ser "el mejor trabajador del mundo" a ser tratado con el mayor de los desprecios. Como más adelante supieron, el jefe había rastreado sus correos hasta cerciorarse de su orientación sexual.
El periplo posterior, que culminaría con el despido de Juan tras solicitar una baja por depresión, y con Gerald aún tramitando la rescisión de su contrato, tuvo un afortunado episodio para ellos. Se trata del desliz cometido por su jefe, quien olvidó en una impresora la copia de un correo mandado a la central austriaca en la que se expresa, según cuenta Juan, en estos términos: "Desgraciadamente son homosexuales, estoy harto de estos enfermos mentales; hay que acabar con esto". Este documento fue clave para dar solidez a la denuncia contra su superior. "En una empresa normal este hombre estaría en la calle por no reaccionar debidamente", señala Juan.
La querella contra la empresa por injurias, admitida a trámite por un juez
Dinero no, prisión
Juan desmiente que sólo busquen una buena indemnización, como sostiene la empresa de hecho este es un proceso paralelo por el que ambas partes se verán en septiembre. "Nosotros no queremos dinero, queremos prisión y que se haga justicia", sentencia antes de autorecetarse "mucha paciencia" para afrontar un juicio que podría ir para largo. La empresa no se ha puesto en contacto con él a raíz de la denuncia, pero aunque así lo hiciera, ya es demasiado tarde para un hombre humillado que dice que "ni puede ni quiere" retirar la querella.
A sus 39 años, Juan lleva meses buscando sin éxito otro trabajo y atribuye a la crisis su falta de fortuna. "A partir de ahora quizá lo tendré más difícil", comenta, sabedor de que su cara ha aparecido en los medios.
Preguntado por la repercusión del caso, sin precedentes en España, y sobre las muestras de solidaridad de entidades de defensa de los homosexuales, Juan no se inmuta demasiado. "He vivido mi homosexualidad con normalidad toda mi vida y para mí esta ha sido una gran excepción", confiesa. "La verdad, no quiero que me cojan como bandera, ya que hasta ahora no había tenido ninguna razón para manifestarme".
Juan desmiente que sólo busquen una buena indemnización, como sostiene la empresa de hecho este es un proceso paralelo por el que ambas partes se verán en septiembre. "Nosotros no queremos dinero, queremos prisión y que se haga justicia", sentencia antes de autorecetarse "mucha paciencia" para afrontar un juicio que podría ir para largo. La empresa no se ha puesto en contacto con él a raíz de la denuncia, pero aunque así lo hiciera, ya es demasiado tarde para un hombre humillado que dice que "ni puede ni quiere" retirar la querella.
A sus 39 años, Juan lleva meses buscando sin éxito otro trabajo y atribuye a la crisis su falta de fortuna. "A partir de ahora quizá lo tendré más difícil", comenta, sabedor de que su cara ha aparecido en los medios.
Preguntado por la repercusión del caso, sin precedentes en España, y sobre las muestras de solidaridad de entidades de defensa de los homosexuales, Juan no se inmuta demasiado. "He vivido mi homosexualidad con normalidad toda mi vida y para mí esta ha sido una gran excepción", confiesa. "La verdad, no quiero que me cojan como bandera, ya que hasta ahora no había tenido ninguna razón para manifestarme".
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