martes, 18 de agosto de 2009

En Memoria de Lateisha Green


Ayer día dieciocho de agosto se hizo justicia por el asesinato en el año dos mil ocho de la mujer afroamericana Lateisha Green.
El catorce de noviembre de dos mil ocho, Lateisha Green, de veintidós años de edad fue asesinada por Dwight DeLee, también afroamericano de veinte años de edad, es la primera condena en Estados Unidos por un crimen de odio hacia una persona, en este caso una mujer transexual.
“Hoy se ha hecho justicia para Lateisha Green y para su familia” manifestó ayer el abogado Michael Silverman, quien ha trabajado durante el juicio con la familia de la víctima y dirige Transgender Legal Defense & Education Fund (TLDEF), una organización que lucha contra la discriminación de personas transexuales en Estados Unidos.
Es indignante que después de cuarenta años de las revueltas de Stonewall, razón por la que se conmemora en todo el mundo el día del Orgullo TLGB (Transexuales, Lesbianas, Gays y Bisexuales), y que comenzaron dichas revueltas en el bar Stonewall frecuentado por mujeres transexuales y a pesar de la historia, la comunidad gay y lésbica jamás ha querido reconocer que las revueltas las comenzaron un puñado de transexuales el 28 de junio de mil novecientos sesenta y nueve –por esta razón, por ese homopatriarcado, se le sigue denominando de forma errónea Orgullo Gay-, en los Estados Unidos, cuarenta años después se haga justicia a un asesinato por odio hacia una mujer transexual.
Los crímenes por odio, está comenzando a resurgir con mucha fuerza en este país, pero desgraciadamente, tenemos un Gobierno que no crea una ley que nos ampare de estos criminales a las personas transexuales y mientras no existan leyes, toda persona que se crea superior o con mayores derechos que las personas transexuales, seguirán intentando anularnos o asesinarnos, esto no significa, que ya no haya habido agresiones y asesinatos, porque, ya los ha habido, y las agresiones existen y los agresores y asesinos quedan impunes.
El asesino Dwight DeLee le ha sido impuesta la máxima pena de veinticinco años de prisión, pero desgraciadamente Lateisha Green ya no podrá jamás, reír, bailar, amar, en definitiva vivir… tampoco nadie, a su lado, podrá compartirlo con ella.


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