Una bandera arcoiris con una típica hoja de arce canadiense sobre ella señaliza la “pride house” de Whistler, que quiere aprovechar los Juegos Olímpicos de invierno de Vancouver para celebrar la “diversidad” y la normalidad ante las “viejas ideas” del COI.
“Queremos celebrar la diversidad y el diálogo”, señaló a dpa Dean Nelson, promotor de una iniciativa privada que cuenta con el apoyo indirecto del comité organizador de los Juegos (VANOC), pero sólo con el silencio del Comité Olímpico Internacional (COI).
“El COI no ha querido implicarse, no es su tarea. Está aquí para coordinar los Juegos. Son la vieja escuela, con viejas ideas”, dice Nelson con gesto de comprensión y sin esperar apoyo por parte del selecto y privado club olímpico.
Aunque en principio nace como espacio para la reunión de la pequeña pero activa comunidad gay en Whistler, sede de los deportes de nieve en los Juegos de Vancouver, la “pride house” abre las puertas a todos con un argumento de puro marketing en la cara localidad de montaña: “Tenemos la cerveza más barata de la ciudad”.
“Todo el mundo está invitado”, recuerda Nelson. De 10:00 a 22:00 horas, además de alcohol, habrá un espacio “chill out” en el que ver por televisión las competencias deportivas y celebrar las medallas, sobre todo las de los canadienses. Pero luego se unirán al resto de Whistler en la Medals Plaza, donde después de las ceremonias de coronación habrá conciertos.
Whistler, al igual que Vancouver, sede oficial de los Juegos que comienzan el viernes, se precia de ser “gay friendly”, de dar la bienvenida a la comunidad gay.
La localidad de montaña, situada a 125 kilómetros de la metrópoli canadiense, organiza siempre en febrero el “Winter Pride”, una de las más importantes semanas de esquí y nieve para la comunidad de gays y lesbianas.
Las dos sedes olímpicas ofrecerán una visibilidad a la comunidad gay nunca disfrutada en los Juegos. Un reflejo de la propia cultura integradora de Canadá, que también ha incluido en los Juegos a las “First Nations”, las primeras tribus de pobladores del país, y que presume de su compromiso olímpico con el medioambiente.
En Whistler, carteles alertan sobre cómo comportarse ante la aparición de los oso negros, a los que en verano es habitual verlos por el núcleo urbano. Nada de darles de comer, cubos de basura especiales para que no puedan abrirlos y respeto, mucho respeto.
“Creo que es porque es un país que celebra la diversidad. Es un país joven que se ha tenido que abrir a gente muy diferente, de todo el mundo. Es un mosaico cultural. En Estados Unidos, un inmigrante se hace americano. En Canadá, un inmigrante sigue siendo de donde vino y luego, canadiense”, aventura Nelson una explicación ante tan elevado nivel de tolerancia, desconocido en otras latitudes.
Nelson no alcanza a explicar por qué la apertura -aunque escasa- que hubo en otros deportes no llega a las disciplinas de invierno.
El ex jugador de hockey sobre hielo Brian Burke, poderoso manager general de los exitosos Toronto Maple Leafs y de la selección estadounidense, apoya la idea de Nelson, después de que su hijo Brendan le manifestara que era homosexual.
“Lo quiero tanto como lo admiro”, dijo Burke sobre su hijo, también vinculado al hockey y que murió en un accidente de coche el 5 de febrero.
Nelson, sin embargo, no espera que un gran atleta desde el podio proclame a los cuatro vientos que es gay. “Estamos aquí para dar apoyo a quien lo necesite. Cada uno tiene que hacer lo que entienda que tiene que hacer, ser honesto consigo mismo”. (DPA)
Fuente: http://www.lacapital.com.ar/contenidos/2010/02/09/noticia_0036.html