¿Qué dicen y qué se dice de las lesbianas? Un trabajo coordinado por la española Raquel Platero recorre la historia reciente del lesbianismo y pone en evidencia una identidad, una militancia, un modo de estar en el mundo, que empieza por fin a asumirse en todo su esplendor.
A la hora de definir o, más leve, de introducir el tema del lesbianismo, la primera palabra que aparece es “invisibilidad”. El problema es que por un largo rato esa palabra es la única, tanto en la queja como en el discurso de la academia. Romper con el carácter invisible en la vida cotidiana, pero también sortear el callejón que impone este concepto, está entre los compromisos que asume este libro, Lesbianas. Discursos y representaciones, a través de sus doce artículos. Lo cumple en parte. Es que en uno y otro texto ronda el karma de lo invisible, la oportunidad de explayarse sobre lo que sigue siendo un dolor, el de no ser, pone a las autoras en la necesidad de dedicarle párrafos al tema que se vuelve un tanto reiterativo. Es cierto, acusar las razones que hicieron que las lesbianas comenzaran a existir (al menos a ser nombradas como tales) recién hace apenas unos 60 años, que el franquismo ni siquiera las incluyera como pecadoras o delincuentes, cosa que sí hizo con los gays, puede dar alguna pista de cómo se ha construido esta identidad, con qué limitaciones y con qué prejuicios. ¿Por qué sociedades obsesionadas con el control de la sexualidad femenina han cerrado sistemáticamente los ojos ante lo que significa, como afirma Raquel Platero en la introducción, la mayor transgresión al respecto?
El libro trata de dar respuesta a esta pregunta mientras sitúa al lesbianismo en un lugar clave por su poder cuestionador, por su capacidad para subvertir el orden establecido y por correr lo previsible en su relaciòn con el varòn. Invisible por un lado, pero en el origen de las teorías más actuales, esta paradoja del lesbianismo aún está por resolverse y superarse. En realidad, este libro iniciático podría ser leído como apertura de un closet donde duermen trabajos innovadores, liberadores y creativos sobre este asunto.
Destinado no solamente a especialistas sino a todas aquellas personas interesadas, los artículos aportan una contextualización histórica, testimonios entrañables de viejas militantes, análisis del discurso mediático, de una franja de la literatura española, entre otras representaciones donde las lesbianas aparecen o no.
Si bien el contexto es siempre la realidad española, los derroteros no distan mucho de lo que puede ser la realidad de una lesbiana nacional. Interesantes e inspiradores son aquellos artículos como el de Elina Norandi o el de Paloma Ruiz Román, que abordan el tema de la representación gráfica y el del mundo de la pornografía. El artículo de Raquel Platero, “¿Queremos las lesbianas ser mujeres?” regresa a una vieja polémica y pone en evidencia los prejuicios existentes en las propuestas del Estado y en las visiones más progresistas. Algunos trabajos relativizan la sinceridad de una apertura que pretende integrar a las lesbianas como quien compra un producto para mantener la variedad en la dieta. Pero sin dudas lo más valioso de este libro es la multiplicidad de espacios culturales que se van abordando en busca de una idea de lesbiana, una representación, una figura que por invisible también se ha ido acomodando a los tiempos a fin de preservarse intacta. Hay en el mismo libro una paradoja que no es menor: la edición cuenta con un cuerpo de letra diminuto que deja afuera sin dudas a aquellas lectoras que deben usar anteojos o lupa y aún no lo hacen. No es un dato menor que debió ser tomado en cuenta. La visibilidad está en cada ínfimo detalle.
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