En días pasados, integrantes de la asociación de lesbianas Patlatonalli, de la ciudad de Guadalajara, presentaron el libro Las Tres Sofías de la editorial que lleva el mismo nombre que su agrupación. Su iniciativa editorial es una de las tantas formas amables de enseñarle a las personas sobre la existencia de la diversidad, no solamente sexual, sino de raza, creencias, formas de percibir y vivir.
El origen de la palabra indígena que le da identidad a la agrupación, tiene que ver con la esencia del amor entre mujeres, que si se nombraba desde entonces es porque sin duda existía ya dentro de los grupos indígenas, la palabra Patlatonalli, que buscando su traducción al castellano, quiere decir destino o energía de una mujer que ama a otra mujer.
El trabajo de Patlatonalli inició hace 23 años, en un principio, las integrantes creyeron que el cambio de conciencia en la sociedad sería más inmediato, pero conforme pasaban los días se fueron dando cuenta que no sólo la gente no cambia de manera acelerada, sino que en muchos casos no quiere y no lo hará.
En esos 23 años de trabajo, han hecho alrededor de un millón y medio de publicaciones impresas, entre las que cuentan separadores, volantes, carteles, libros, folletos, postales y demás. El trabajo que realizan las integrantes es meramente voluntario, por lo que cada uno de estos proyectos han salido adelante a través del apoyo de los patrocinadores, que en su mayoría son extranjeros y que han donado alrededor de tres millones de pesos.
En un inicio, la asociación realizaba sólo talleres, cursos, conferencias, asesoría médica y psicológica desde sus instalaciones; una vez involucradas con la labor social, se dieron cuenta que había una área propicia para realizar proyectos y era el mundo de la pedagogía, el didáctico, los niños.
“Entonces pensamos en las niñas y los niños, las maestras y los maestros, y las madres y los padres de familia”.
Dentro de las necesidades de formación e información, se dieron cuenta que el mundo había cambiado, que ahora no existe la familia, sino las familias. A propósito de esta idea, el lema de la organización es “Todas las familias somos sagradas” y no desde una perspectiva religiosa, sino desde la propia constitución de un grupo humano que se ha vuelto diverso, pero sigue siendo en muchos casos el centro de la vida.
Una vez que se hicieron el propósito de incursionar dentro del mundo de la pedagogía, precisaron que el método más adecuado era el de las publicaciones y específicamente los cuentos ilustrados, que los niños tengan a disposición en bibliotecas públicas y también en las aulas.
Para hacer una gama amplia de posibilidades al momento de crear los cuentos, lanzaron una convocatoria abierta para que participaran quienes desearan ser parte del proyecto. Contó Marta Nualart Sánchez, coordinadora de la asociación, que en un inicio creyeron que iban a llegarles muchos, pero finalmente fueron sólo 20 y de ahí eligieron Las Tres Sofías.
El cuento original es de Juan Rodríguez Matus, originario de Oaxaca y las ilustraciones son de Anna Cooke. Para Marta fue sorprendente el hecho de que el escritor tomara los elementos cercanos a su forma de vida para ambientar la historia. El nació en el Istmo de Tehuantepec y estuvo siempre relacionado con mujeres indígenas, y es esa la historia que narra Las Tres Sofías, una mujer que para cumplir con sus padres se casa con un hombre, y cuando su esposo muere, decide hacer su propia vida en compañía de su hija y el amor de su vida, que no es propiamente otro hombre.
Antes de Las Tres Sofías, la asociación publicó ya un texto más, que lleva por nombre Tengo una tía que no es monjita. Ambos están pensados para un público infantil, por el formato, las ilustraciones y el cuento mismo, aunque también podría ser una opción sencilla para tratar de entender la diversidad sexual a quienes se muestran renuentes a ella.
El origen de la palabra indígena que le da identidad a la agrupación, tiene que ver con la esencia del amor entre mujeres, que si se nombraba desde entonces es porque sin duda existía ya dentro de los grupos indígenas, la palabra Patlatonalli, que buscando su traducción al castellano, quiere decir destino o energía de una mujer que ama a otra mujer.
El trabajo de Patlatonalli inició hace 23 años, en un principio, las integrantes creyeron que el cambio de conciencia en la sociedad sería más inmediato, pero conforme pasaban los días se fueron dando cuenta que no sólo la gente no cambia de manera acelerada, sino que en muchos casos no quiere y no lo hará.
En esos 23 años de trabajo, han hecho alrededor de un millón y medio de publicaciones impresas, entre las que cuentan separadores, volantes, carteles, libros, folletos, postales y demás. El trabajo que realizan las integrantes es meramente voluntario, por lo que cada uno de estos proyectos han salido adelante a través del apoyo de los patrocinadores, que en su mayoría son extranjeros y que han donado alrededor de tres millones de pesos.
En un inicio, la asociación realizaba sólo talleres, cursos, conferencias, asesoría médica y psicológica desde sus instalaciones; una vez involucradas con la labor social, se dieron cuenta que había una área propicia para realizar proyectos y era el mundo de la pedagogía, el didáctico, los niños.
“Entonces pensamos en las niñas y los niños, las maestras y los maestros, y las madres y los padres de familia”.
Dentro de las necesidades de formación e información, se dieron cuenta que el mundo había cambiado, que ahora no existe la familia, sino las familias. A propósito de esta idea, el lema de la organización es “Todas las familias somos sagradas” y no desde una perspectiva religiosa, sino desde la propia constitución de un grupo humano que se ha vuelto diverso, pero sigue siendo en muchos casos el centro de la vida.
Una vez que se hicieron el propósito de incursionar dentro del mundo de la pedagogía, precisaron que el método más adecuado era el de las publicaciones y específicamente los cuentos ilustrados, que los niños tengan a disposición en bibliotecas públicas y también en las aulas.
Para hacer una gama amplia de posibilidades al momento de crear los cuentos, lanzaron una convocatoria abierta para que participaran quienes desearan ser parte del proyecto. Contó Marta Nualart Sánchez, coordinadora de la asociación, que en un inicio creyeron que iban a llegarles muchos, pero finalmente fueron sólo 20 y de ahí eligieron Las Tres Sofías.
El cuento original es de Juan Rodríguez Matus, originario de Oaxaca y las ilustraciones son de Anna Cooke. Para Marta fue sorprendente el hecho de que el escritor tomara los elementos cercanos a su forma de vida para ambientar la historia. El nació en el Istmo de Tehuantepec y estuvo siempre relacionado con mujeres indígenas, y es esa la historia que narra Las Tres Sofías, una mujer que para cumplir con sus padres se casa con un hombre, y cuando su esposo muere, decide hacer su propia vida en compañía de su hija y el amor de su vida, que no es propiamente otro hombre.
Antes de Las Tres Sofías, la asociación publicó ya un texto más, que lleva por nombre Tengo una tía que no es monjita. Ambos están pensados para un público infantil, por el formato, las ilustraciones y el cuento mismo, aunque también podría ser una opción sencilla para tratar de entender la diversidad sexual a quienes se muestran renuentes a ella.